Wilbur Wright: saber lo que hay que saber

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Wilbur Wright

En 1896, un editor de Binghamton publicó que el problema del vuelo lo resolverían los fabricantes de bicicletas; James Means, de Boston, también había insistido en que para manejar una bicicleta era necesario aprender a mantener el equilibrio y que lo mismo ocurriría con los aeroplanos; el alemán, Otto Lilienthal, en una carta a James Means le confirmaría que era de la misma opinión que el estadounidense.

En 1899, Wilbur Wright se dedicaba, junto a su hermano Orville, a fabricar bicicletas. Tenía 32 años cuando tomó la decisión de estudiar y contribuir a la resolución del problema del vuelo. El 30 de mayo había enviado una carta al Smithsonian Institute para que le recomendaran literatura al respecto y de junio a agosto de aquél año se enfrascó en el análisis del problema que quería resolver. Wilbur tenía una mente analítica y sabía llegar al fondo de la cuestión con rapidez. A su juicio el vuelo planteaba cuatro cuestiones básicas: la sustentación para contrarrestar el peso, el empuje para vencer la resistencia al avance, la estabilidad para mantener el rumbo y el control para modificarlo. A su juicio, las tres primeras se habían resuelto, por lo que debía centrar todos sus esfuerzos en la cuarta.

Desde hacía algún tiempo se sabía que un plano recibiendo un viento fresco con un pequeño ángulo podía soportar un peso de una libra por pie cuadrado de superficie. En las tablas publicadas por Otto Lilienthal había datos exactos sobre la sustentación y la resistencia de un ala con un perfil de arco de circunferencia. La fuerza de sustentación de un ala y su resistencia al avance las había tabulado el alemán. Con estos datos se podía calcular la potencia necesaria para el vuelo. La tecnología de entonces contaba con hélices y motores capaces de suministrar esa potencia, o al menos es lo que pensó Wilbur.

En cuanto a la estabilidad, desde Cayley ya se disponía de recetas para construir aeroplanos capaces de mantener el vuelo y corregir pequeñas desviaciones con respecto a su trayectoria: la cola cruciforme y el diedro en las alas eran los ingredientes principales de cualquier receta.
Pero, quedaba un asunto fundamental que nadie había resuelto satisfactoriamente: el control. Los aeroplanos de Cayley planeaban ladera abajo majestuosamente, pero ¿cómo giraban? ¿cómo ascendían o bajaban? Dos aeronautas modernos, Pilcher y Lilienthal habían llegado más lejos que nadie en el ejercicio del control de sus máquinas; pero, los dos habían perdido la vida mientras experimentaban con sus planeadores. Tanto el inglés como el alemán utilizaron su propio cuerpo para controlar los aparatos que volaban. Movían las piernas y el torso para cambiar la posición del centro de gravedad y así conseguían que el planeador ascendiera, bajase, o se desplazara hacia los lados. Pilcher y Lilienthal tenían planes para motorizar sus aparatos. Sin embargo, al incorporar un motor aumentaba el peso del conjunto y el sistema de mover el cuerpo para controlar la máquina resultaba menos eficiente.

Para el joven fabricante de bicicletas de Dayton, la línea de investigación que conducía al éxito era la que habían seguido Lilienthal y Pilcher. De nada servía construir una máquina con un potente motor si no se resolvía antes el problema del control. Wilbur concluyó que la solución al problema del vuelo consistía en desarrollar un sistema para controlar el aeroplano, distinto al movimiento del centro de gravedad del piloto.

Durante un par de meses Wilbur estudió todo el material que recibió del Smithsonian y documentación que tenía en la librería de su casa, obsesionado con la idea del sistema de control. Muy pronto se dio cuenta de que para hacer que el aparato subiera o bajase podría auxiliarse de un plano en la cola o en el morro. Aumentando o disminuyendo el ángulo de ataque de este plano era posible controlar el movimiento de cabeceo. Como experto ciclista comprendió que para hacer girar un aeroplano era necesario inclinar el plano de las alas; al igual que un ciclista echa el cuerpo a un lado para girar. La cuestión era diseñar un método para que el aeroplano levantara un ala y bajara la otra. El asunto lo discutiría con su hermano Orville, que también era su socio en el negocio de las bicicletas y con quién compartía casi todo en su vida. Pronto llegarían a la conclusión de que los pájaros utilizaban un sistema muy eficaz para conseguir este movimiento lateral: bastaba con hacer que el ángulo de ataque (ángulo con que incide el viento en el ala) aumentara en el ala que querían que subiera y disminuyese en la otra. De este modo se incrementaba la sustentación en un ala y se aminoraba en la otra, con lo que las fuerzas hacían que el pájaro girase alrededor de su eje longitudinal muy rápidamente. El primer mecanismo que se les ocurrió para introducir en las alas esta asimetría consistía en sujetarlas mediante ejes que pudieran girarse a voluntad del piloto, pero el sistema les pareció bastante complicado, incluso aún si se limitaba el giro a los extremos de las alas, construyendo un cuerpo central rígido. La solución se le ocurriría a Wilbur, en el mes de julio. Entró en casa con una caja alargada de cartón que entonces se utilizaba para guardar las cámaras de las bicicletas, similar a las que hoy se emplean para los tubos fosforescentes. La cogió por los dos extremos y con los dedos indujo un movimiento de torsión. El plano superior y el inferior de la caja de cartón, en la mente de Wilbur, eran los dos planos del aparato que quería construir y al someterlos a aquella torsión, en los de un lado aumentaba el ángulo de ataque y en los del otro disminuía. No era un mecanismo muy intuitivo, ni muy sencillo de montar en un biplano, pero servía para sus propósitos de variar asimétricamente el ángulo de ataque en las alas.

Para validar su idea construyó una cometa de un metro y medio de envergadura, aproximadamente, con dos planos paralelos y montantes que los unían y con ella probó el mecanismo que había ideado. La prueba la hizo algún día entre el 26 de julio de julio y el 4 de agosto de 1899. Orville no estaba en casa, había salido de excursión con su hermana Katharine y unos amigos. El sistema funcionó.

El proceso que siguió Wilbur Wright para identificar la cuestión principal a resolver y el mecanismo ideado para hacerlo denotaban una capacidad de análisis y de abstracción poco corriente. Sin embargo, de la idea a su realización práctica había un largo trecho. Wilbur y Orville diseñaron un plan austero, en el que abordarían con disciplina los asuntos principales a resolver sin dejarse en ningún momento distraer por los elementos accesorios del problema. Esa capacidad para discernir y abordar las cuestiones realmente importantes, en todo momento, sería una de las claves fundamentales de su éxito.

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