Vehículos aéreos personales

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Jess Dixon, 1941

Según la NASA un vehículo aéreo personal (PAV) es una clase de aeronave cuyas características permiten que el vuelo resulte tan sencillo y accesible como la conducción de automóviles. Tiene que ser capaz de facilitar el transporte “puerta a puerta”, disponer de una autonomía de al menos 1300 kilómetros, desplazarse a una velocidad de 240 a 320 kilómetros hora. Cualquier persona con una licencia de conducir podría pilotarlo y debe ser seguro, confortable, silencioso, energéticamente eficiente, además de disponer de sistemas que le permitan operar en condiciones meteorológicas adversas.

Los automóviles capaces de volar se inventaron hace muchos años. En 1949 el Taylor Aerocar, del que se fabricaron seis unidades, podía desplazarse por tierra a unos 95 kilómetros por hora y en vuelo alcanzaba los 175. Las alas eran plegables y en la parte posterior del automóvil se montaba la hélice que hacía girar el motor del vehículo. El Aerocar funcionó correctamente pero no se vendió porque no hubo gente interesada en comprarlo. Años más tarde, en la década de los 70, Taylor quiso fabricar otro modelo. Entonces se topó con la doble regulación, la que afectaba a los fabricantes de automóviles y la aeronáutica. Diseñar un producto capaz de satisfacer ambas le resultaría prácticamente imposible y el Aerocar III, el último, también fue un fracaso.

En los años 50 del siglo pasado, el fabricante de automóviles Ford hizo un estudio de mercado cuyas conclusiones apuntaban a que existía una demanda potencial en la policía, bomberos, ambulancias y particulares con alto poder adquisitivo, suficiente como para que el automóvil aéreo fuera un negocio rentable; sin embargo, la Federal Aviation Administration (FAA) responsable de la gestión del espacio aéreo, no pudo comprometerse a facilitar el acceso masivo al espacio a este tipo de medio de transporte. Con posterioridad se intentó fabricar un automóvil aéreo, que era un cruce entre el Ford Pinto y la Cessna Skymaster, en 1974, pero el híbrido no llegó a producirse al fracasar las pruebas en las que hubo varios accidentes.

Otro referente en el mundo de los coches que vuelan es el Skycar. El ingeniero Paul Moller durante los últimos 50 años lleva gastados más de 100 millones de dólares en el desarrollo de su automóvil aéreo: el Skycar, que dispone de cuatro rotores y puede despegar y aterrizar verticalmente. Los motores son rotatorios, del tipo Wankel, extraordinariamente ligeros.

Quizá, el producto de este mercado que ha tenido un desarrollo más rápido y prometedor, durante los últimos años, ha sido el Terrafugia. La empresa fue creada en 2006 por un equipo de graduados en ingeniería aeronáutica y administración de empresas del Massachusetts Institute of Technology (MIT). Carl Dietrich, el principal directivo, aportó los primeros 30 000 dólares para formar la sociedad que posteriormente se han ido ampliando hasta alcanzar un capital de 10 millones de dólares. El Transition de Terrafugia, completó la primera fase, de un total de seis fases de vuelos de prueba, en mayo de 2012. El Transition, con las alas plegables en los costados, doble timón vertical y una hélice de empuje en la parte posterior, parece un insecto volador gordo, como un abejorro, aunque simpático en apariencia.

Terrafugia sigue con su programa de vuelos de prueba del Transition, pero ya acepta órdenes. El precio del coche volador es de 279 000 dólares y se puede hacer una reserva con un depósito de 10 000 dólares. Cumple con todos los requisitos para circular por las carreteras como un coche normal, puede operar en 5000 aeropuertos distintos en Estados Unidos, cuenta con un paracaídas y cabe en un garaje. A una velocidad de 160 kilómetros hora tiene un alcance de 660 kilómetros, lleva dos pasajeros y lo mueve un motor de 100 caballos. En la actualidad Terrafugia ya tiene 100 pedidos del Transition que, de acuerdo con el plan previsto, empezará a entregar a partir del año 2015.

El desarrollo de los automóviles aéreos ha vuelto a tomar fuerza a comienzos de este siglo y es muy posible que esta vez se queden y pasen a formar parte de la colección de artefactos que utilizamos para movernos por la Tierra. Los problemas que tienen que superar estos aparatos para convertirse en algo práctico son técnicos, económicos, de prestaciones y regulatorios. Acomodar el diseño a la normativa de circulación en vías terrestres y aéreas, de forma simultánea, es un reto. Motores muy ligeros y potentes, hélices de alto rendimiento y materiales livianos, como la fibra de carbono, parece que van a permitir superar las cuestiones de orden técnico. El automóvil aéreo, desde un punto de vista tecnológico, hoy es posible.

Las prestaciones del automóvil volador sí influirán de modo definitivo en el éxito de su desarrollo, a medio plazo. El Transition de Terrafugia no tiene unas prestaciones muy atractivas. La carga de pago está limitada a 227 kilogramos, solo puede transportar dos personas y necesita una pista de despegue para operar. La mayor parte de las limitaciones operativas del Transition no las impone la tecnología sino que, como veremos un poco más adelante, son condicionantes de la normativa actual. En este sentido, Terrafugia ha anunciado el desarrollo de un nuevo producto, el TF-X con capacidad de despegue vertical, y acomodo para cuatro pasajeros, aunque ya advierte que es un producto que no estará en el mercado hasta dentro de unos diez años ¿Cuál es el problema? En realidad el problema está en que la normativa y la infraestructura de la gestión del espacio aéreo actuales no son capaces ni de certificar ese aparato ni de permitir que vuele. Terrafugia espera que dentro de diez años eso sea posible.

En cuanto al precio, si tomamos como referencia el Terrafugia, es caro; pero, la experiencia nos dice que en la medida en que el producto se introduzca en el mercado, haya competencia y se produzca en cantidades mayores, el precio disminuirá. No creo que, a la larga, el precio vaya ser el factor que inhiba la proliferación de estos aparatos.

El factor que limita en mayor medida el desarrollo de los coches voladores es la infraestructura de gestión del espacio aéreo y la normativa aeronáutica. Uno de los objetivos del Transition es simplificar al máximo los requerimientos exigibles al piloto. Para ello, Terrafugia quiere certificar su aparato como un avión deportivo ligero (Light Sport Aircraft, LSA) lo cual facilita la obtención de la correspondiente licencia a los pilotos del Tansition. Sin embargo, la FAA impone a este tipo de aparatos una serie de restricciones, como la de que su uso no puede ser comercial y solamente están autorizados a llevar a un pasajero, además del piloto.

Para que los automóviles aéreos se conviertan en un transporte de masas es preciso que el vuelo sea completamente automático. La función del piloto tiene que limitarse a introducir el destino y muy pocas actuaciones más, en caso de emergencia. Por tanto, el automóvil volador tiene que estar certificado para un tipo de vuelo que hoy no puede hacerse. Cuando el piloto introduzca su plan de vuelo, el sistema de gestión del espacio aéreo tiene que ser capaz de analizar el tráfico actual y el previsto, la meteorología, calcular una ruta y notificar al automóvil volador si está autorizado a despegar y cuándo. Y el automóvil aéreo deberá despegar automáticamente, volar la ruta asignada y aterrizar en el destino elegido sin intervención del piloto. La operación tendrá que efectuarse con un nivel de seguridad muy superior al asociado al movimiento de automóviles en las carreteras de hoy. Hoy, la tecnología nos permite construir una máquina eficiente capaz de efectuar este tipo de operaciones, pero la normativa y la infraestructura de gestión del espacio aéreo no.

de Francisco Escarti Publicado en Aviones

Un comentario el “Vehículos aéreos personales

  1. Mientras los coches voladores sigan vinculados a los aeródromos no tendrán un sentido práctico, así que no doy un duro por el Transition.
    Lo que sí me creo es que en una década (o un poco más, porque siempre es un poco más) puedan confluir los controladores aéreos computerizados, los pilotos automáticos, y los vehículos de despegue vertical que eviten costosas obras de infraestructura. Sólo espero que afinen un poco más con la estética, porque el glamour que da decir que tienes un coche volador se va al garete cuando ves el trasto en cuestión por primera vez..

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